A su llegada a México, el mismo Hernán Cortés dio fe de la maravilla que se extendía ante sus ojos, describiendo detalladamente Tenochtitlán en las “Cartas de relación” enviadas a Carlos V. “Todo parece de plata […] esta ciudad está fundada en una gran laguna salada . Es tan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba Y tiene una plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca. Hay muchas mezquitas o casas de sus ídolos de muy hermosos edificios, de maravillosa grandeza y altura”.
Pirámide de Kukulkan en Chichén Itzá, uno de los lugares de más turismo en México
Por si fuera poco, la picardia y el humor de su gente también encantan. Una sonrisa siempre dispuesta en el rostro de un pueblo que es capaz de encontrarle el lado amable hasta a la misma muerte. Para muestra basta un botón y nada mejor como la festividad del 2 de noviembre (día de Muertos) para dar testimonio de ello. Ofrendas se extienden en altares decorados con todo aquello que para el difunto en vida era apreciado. Comida y bebida favorita, fotografías rememorando al invitado de honor. Se piensa que en esa fecha el espíritu de los que han partido, regresa para visitar a sus seres queridos. Incluso se escriben las famosas “calaveritas“, que no son más que rimas socarronas que anuncian de manera satírica el encuentro con “La Dientona“, forma popular de nombrar a la Muerte en México.
VISTA NOCTURNA DE LA CIUDAD DE MÉXICO
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